Próximo a Garlitos constituye el enclave más reducido de toda la Siberia y uno de los municipios menores de la región. Ocupa un lugar agreste, en fuerte pendiente, sobre un paraje montuoso y bravío, de orografía escarpada, configurando media docena de calles de tortuosa disposición.
El topónimo que nomina el lugar hace referencia a lo escarpado del emplazamiento en que se enclava.
Sus edificaciones, de modelo serrano popular, se adaptan a la topografía originando un conjunto morfológico de acusado tipismo, que las construcciones modernas que han comenzado a proliferar en los últimos tiempos están comenzando a desvirtuar. Como foco principal del caserío se destaca iglesia parroquial de San Blas. El edificio, realizado con ladrillo y piedra, se asienta sobre la fuerte pendiente sobre un plinto que le sirve de base, teniendo alrededor un conjunto de espacios irregulares que configuran rincones de acusado atractivo morfológico.
En su configuración se distingue sobre todo la peculiar fachada, consistente en un gran arco, bajo el que se cobija una portada clasicista, todo ejecutado en ladrillo. Como remate ostenta espadaña del mismo material. La obra representa creación muy singular, cuya presencia en este enclave no deja de llamar la atención. Fue erigida en 1884 por el arquitecto historicista madrileño Juan Bautista Lázaro Diego, autor también de la iglesia de la localidad cacereña de Cedillo, con la que guarda estrecha similitud.
También cuenta la localidad con la ermita de Ntra. Sra. De la Buenadicha, edificada en 1772 sobre otra anterior dedicada a la Purísima Concepción. Su reducido cuerpo está construido igualmente con ladrillo.


