El núcleo es de origen romano, y perteneció, después de la reconquista, a la Orden de Alcántara, teniendo bajo su dependencia como aldeas a Quintana y a La Guarda. Integrado asimismo en la Real Dehesa de La Serena.
Los primeros indicios que dejó el hombre por estas tierras se remontan al Calcolítico, en torno al III milenio a. d. C. Se han encontrado numerosos restos de industria lítica en la cuenca del arroyo “El Molar”, siendo significativa la concentración de éstos en torno a la presa de “El Paredón”.Del mismo modo, abundan en todas las cercanías del núcleo urbano numerosos útiles del pueblo prerromano, representados en su mayoría por molinos barquiformes. Todos estos restos, hay que enmarcarlos cronológicamente en torno al II milenio y mediados del I a d. C, algunos ya en la Edad del Hierro.
Tras la llegada del mundo romano a tierras extremeñas en el siglo II a. d. C, la sociedad experimenta grandes cambios culturales que se manifiestan en la producción humana de manera significativa. Con toda seguridad, a falta de corroborarlo, la zona con mayor concentración de hábitat dentro de éste término municipal, recibió el nombre de “Valeria”, según Ortiz de Tovar, ubicada en las cercanías de “Las Iglesias Caídas”.
Las primeras referencias que tenemos de población después de los romanos, aún careciendo de base científica, aluden a unas alquerías musulmanas que tenían los moros de Magacela en la zona de las “Iglesias”, y que tras la reconquista del territorio se mandó repoblar con cristianos.
La repoblación de toda La Serena arrancó de la donación de la plaza de Magacela a la Orden de Alcántara en 1234, una vez tomado su castillo y villa por el Maestre D. Arias Pérez en 1232. Será a partir de ahora cuando el núcleo comience a crecer paulatinamente, de hecho, tal es su importancia que aparece entre el segundo cuarto del siglo XVI y toda la segunda mitad de esa centuria, en el quinto lugar con el mayor número de vecinos del Partido de La Serena.



