Su paisajística combina la dehesa con la orografía accidentada y montuosa, aunque sin grandes alturas. Bosques de alcornoques, pinos y madroños otorgan a la zona toda la belleza de los parajes verdes. Forma parte de la Reserva Regional De Cíjara, área que no solo cuenta con especies de caza mayor y menor, sino también con gran cantidad de especies protegidas y una flora mayoritariamente de tipo mediterráneo. No es únicamente este espacio natural un lugar para la práctica de la flora, fauna u observación paisajística, sino que también destaca en los últimos años la práctica recolectora de setas y hongos, pues pueden hallarse en la Reserva diversas variedades que atraen el interés de los recolectores.
Nada más entrar en el pueblo, nos encontramos con una columna de granito elevada sobre gravas, es el llamado “Rollo de Santa Ana”. Tiene sus orígenes en el medievo, siendo la manera por aquel entonces de ejemplificar que en la villa imperaba un sistema de Justicia.
En la Plaza de España en Fuenlabrada de los Montes encontramos el Ayuntamiento, eje de las gestiones administrativas de la localidad. En el centro de la misma, a escasos metros, se encuentra la “Fuente de la Niña”, una fuente del S.XIX que consta de una figura de bronce representando a una niña que sujeta un cisne. Popularmente denominan en la localidad a esta figura “La Niña” o “La Morita”.
No es la única escultura que el visitante podrá encontrar en la villa, pues también se hallan el “Monumento a los apicultores” —situado junto al Parque de la Constitución— y otra escultura denominada “A la apicultura” —situada en el parque de Santa Ana—. Como puede observarse, rinden tributo a la actividad apícola, principal sector económico de la localidad al que también están dedicados los mosaicos de piedra de río que embellecen los suelos del Paseo de la Constitución; así como la estatua a tamaño natural de San Ambrosio —patrón de los apicultores—, presente en el parque que recibe el mismo nombre del que fuera obispo de Milán. Otro elemento a destacar dentro del núcleo urbano de Fuenlabrada de los Montes es “El Pilón”, construcción de piedra que antaño se abastecía el ganado, pero que ya no dispone de agua.
Punto de interés por su valor artístico es la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, templo que data del siglo XVI. Mezcolanza de estilos mudéjar, gótico y románico tardío, se caracteriza este monumento por sus hermosos contrafuertes, presentes en el exterior. Adosada a su fachada se encuentra una sencilla a la par que elegante torre. Ya en el interior de la iglesia —dividido en capilla mayor con bóveda estrellada, capilla con bóveda de cañón y sacristía— puede encontrarse un retablo de Juan de Holanda y Diego de Aguilar. Destaca asimismo la presencia de una pila bautismal en granito, presumiblemente del S.XIV.
La llamada Ermita de Santa Ana, del S. XVI es una obra de estilo mudéjar, edificada en piedra y ladrillo, con planta en forma de cruz. Alberga una imagen de San Isidro, en torno a la cual se celebra una procesión el día 15 de mayo, con motivo de la festividad de San Isidro Labrador. Se visten trajes tradicionales, se sacan carruajes y se engalanan las calles para celebrar tal onomástica.
En los exteriores de Fuenlabrada de los Montes podemos encontrar, en dos abrigos situados en la base de dos riscos de cuarcita, pinturas rupestres esquemáticas. Otro elemento externo a destacar es la llamada “Pretura del Molino”, una piscina natural dotada de servicios diversos, tales como merenderos, barbacoas, aseos… y otros elementos para disfrutar de este paraje, apto además para la pesca.
Las tierras de Fuenlabrada estuvieron habitadas desde los tiempos prehistóricos. Prueba de ello son los diferentes vestigios hallados: piedras paleolíticas, otras pulimentadas, pinturas rupestres, dólmenes así como diferentes restos de cerámica y otros utensilios.
Fueron los romanos los que dominaron a todos los demás pueblos peninsulares y conquistaron sus tierras a partir del siglo II antes de Cristo. Posteriormente desde Mérida y Medellín construyeron sus villas a lo largo del Guadiana y el Zújar. En Fuenlabrada se han encontrado restos de algunos asentamientos suyos con restos de tejas y ladrillos. Pero lo más reseñable de todo es una lucerna de bronce.
De los diferentes pueblos bárbaros que pasaron por la península partir del siglo V nada se sabe. Y del dominio musulmán quedan tan sólo algunas palabras incorporadas a nuestro lenguaje cotidiano.
Después de la batalla de Las Navas de Tolosa y la subsiguiente reconquista de esta comarca por las tropas castellanas, allá por 1220, es cuando empieza a nombrarse a nuestro pueblo en los documentos.
En 1245 el Concejo de Toledo compró al rey Fernando III la comarca reconquistada de Puebla de Alcocer y sus aldeas entre las que estaba “Fuentlabrada”, nombre primigenio del pueblo aparte del de La Manchuela, por cierto, no documentado. En 1445 esta comarca le fue quitada a Toledo y donada a Gutierre de Sotomayor, Maestre de Alcántara, Conde de Belalcázar y Vizconde de Puebla de Alcocer.
Dado los pocos habitantes que había en la comarca, El Concejo de Toledo hizo distintas repoblaciones que parece no tuvieron mucho éxito. El gentilicio Calabrés es muy posible que venga de gente venida de Calabria, antigua ciudad del reino de León hoy en tierras portuguesas, si bien hay alguna otra hipótesis al respecto que son: la similitud con la Calabria italiana o el apodo que se dio a algunos soldados de Fuenlabrada que lucharon con el Gran Capitán en las guerras de Italia.
Fuentlabrada era ya villa en 1489. El Rollo de Santa Ana lo anunciaba, a la entrada del pueblo, en el camino principal a todos los que llegaban al pueblo. Durante los siglos XV y XVI se construyó con piedra y ladrillo la iglesia parroquial y se la dotó de una hermosa pila bautismal esculpida en granito así como de un grandioso y bonito retablo.
A lo largo del siglo XVI Fuentlabrada perdió la “t” y se convirtió en Fuenlabrada para tomar definitivamente el de Fuenlabrada de los Montes en el siglo XVIII.
Uno de los pilares de la economía de Fuenlabrada en el siglo XVIII, junto con la agricultura y la ganadería, fue la apicultura pues sus vecinos tenían cinco mil colmenas en el término y otras diez mil en los términos colindantes. Fuenlabrada de los Montes a día de hoy es famosa por su miel, no en vano gusta de recibir el apelativo de “pueblo de la miel”, sustentado en su longeva tradición apícola, una labor vigente desde hace siglos y que perdura de generación en generación, otorgándole un gran prestigio a nivel no únicamente nacional, sino también internacional. Para la producción de la miel se sigue un modelo apícola trashumante, que busca optimizar las diferentes floraciones, produciendo a su vez distintos tipos de mieles que posteriormente se comercializan al por mayor a las grandes empresas de este sector.


