La población de Talarrubias se encuentra en la provincia de Badajoz, emplazada en la comarca conocida como La Siberia Extremeña.
No son ni mucho menos, excesivos los conocimientos que se tienen sobre la historia de la villa de Talarrubias, al menos, como entidad poblacional relativamente importante y, con cierta unidad de tradiciones, costumbres, modos de vida y objetivos comunes en general.
Del paleolítico (finca La Hoya) ya se encuentran yacimientos arqueológicos; lo mismo ocurre con el calcolítico (pintura rupestre esquemática de los abrigos de La Panda); de época prerromana (castros del Hornilla y de Puerto Peña); pero de época antigua el mayor número de datos nos los ofrece la época romana.
Su economía basada principalmente en los botines conseguidos en la razias o incursiones que se hacían en la zona y la única obligación de sus habitantes era defender el bien común, es decir, de la cual quedan restos en Puebla de Alcocer.
Los términos de estas ciudades solían ser de vastas dimensiones y repoblados con numerosas aldeas cuyas condiciones y modos de vida diferían mucho de los vecinos de la ciudad, a la cual acudían a refugiarse tras sus murallas junto con sus ganados y enseres en caso de razias de peligro en general.
Entre una de estas aldeas, muy probablemente, se encontraría el origen del núcleo denominado hoy Talarrubias, estando defendida toda la zona por las órdenes militares del Temple y Calatrava en un principio, y, finalmente por la de Alcántara.
Por razones aún desconocidas, se produce a finales del siglo XV un florecimiento de lugares como Talarrubias que comienza las obras de su Iglesia Parroquial y continúa durante gran parte del siglo XVI, bajo planos posiblemente, del arquitecto Benito de Soto.
La importancia que iban adquiriendo estos lugares, y, en este caso Talarrubias, se demuestra en las grandes dimensiones de su Iglesia Parroquial que tenía una fábrica dotada de un censo de 308 reales.


