Sus primeros moradores fueron gentes de Puebla de Alcocer y Esparragosa de Lares, que acudieron a poblar el enclave en la etapa medieval.
Según la leyenda, su peculiar nombre latino fue aplicado a la población en tiempos remotos por un clérigo, bajo la inspiración de una paloma que, representando al Espíritu santo, revoloteaba a su alrededor, posándose siempre en el mismo olivo a fin de atraer su atención. Comprendiendo la indicación, el religioso erigió sobre ese lugar un oratorio, sobre el que más tarde se consolidaría la actual iglesia parroquial. Desde entonces, el lugar se llama Sancti Spíritus. En fuentes documentales del siglo XVI ya consta tal topónimo.
La iglesia parroquial, dedicada al Espíritu Santo, se eleva en el centro de la localidad, constituyendo su hito más significado. Constructivamente es obra de mampostería encalada, de origen mudéjar, con atractiva composición formal en la que destaca el elevado arco porticado que se abre en la base de la torre fachada, alojando la portada frontal. El conjunto del caserío queda compuesto por pequeñas edificaciones de modelo campesino con muros encalados, entre las que destacan algunas de mayor presencia, como la casa señorial de ornamentada fachada barroca, situada no lejos de la parroquia, en la calle Real.
Elemento muy representativo de la localidad, que denota su antiguo carácter de villa, es el viejo rollo o picota, que se conserva en las proximidades de la iglesia. Se trata de una columna de mampostería encalada sobre triple grada de ladrillo, de acusado pintorequismo por su sabor popular.


